La hipertensión arterial “una alerta para tener cuidado”

La hipertensión o presión arterial elevada se define como un incremento anormal de la presión en las arterias, es decir, que, al medir la presión de la sangre, su valor es de 140/90 mmHg o más. En esta medición, se consideran dos valores: el primero corresponde a la presión sistólica (momento en que el corazón se contrae o late); el segundo indica la presión diastólica, es decir, la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro.

Cuando la hipertensión arterial se vuelve permanente, uno de los principales peligros de no controlarla es que aumenta el riesgo de sufrir serios trastornos como lo pueden ser los accidentes cardiovasculares, aneurismas, insuficiencia cardiaca, ataques cardiacos o lesiones renales que pueden poner en riesgo la salud y la vida de la persona. Debido a esto, es importante establecer con el médico de cabecera si existe alguna causa desconocida que la provoque, como ansiedad, estrés o presión excesiva (hipertensión primaria o esencial) o una causa conocida, como un trastorno renal (hipertensión secundaria).

Según estadísticas del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), la hipertensión afecta a 4.5 millones de guatemaltecos. El 40% de la población con hipertensión no conoce acerca de su padecimiento y solo 20% reciben tratamiento con fármacos. En este sentido, el chequeo médico es una de las mejores prácticas para la prevención y control de esta afección ya que por lo general, no causa síntomas durante muchos años hasta que se deteriora algún órgano vital, tales como cerebro, ojos, corazón y riñones, además de provocar distintas enfermedades cardiovasculares.

Hipertensión y enfermedad renal

El riesgo de padecer de hipertensión se incrementa en la población de edad avanzada, sedentaria, con sobrepeso u obesidad; que siguen dietas inadecuadas con alto consumo de sodio y pocos vegetales o que tienen alta ingesta de alcohol, y en ciertos casos puede desencadenarse por problemas genéticos. La mayoría de las personas hipertensas no tienen sintomatología específica, aunque la presión arterial muy alta puede causar dolor de cabeza, visión borrosa, dolor en el pecho y otros síntomas.

Tanto la hipertensión como la enfermedad renal están relacionadas entre sí. Entre el 5 y 10% de personas que padecen hipertensión es a causa de una enfermedad renal. Dichos trastornos incluyen estrechamiento de la arteria renal (estenosis), pielonefritis, enfermedad poliquística del riñón, inflamación y traumatismos del riñón, entre otros.

Los riñones son órganos que responden de manera directa a los cambios de la presión arterial, es decir que, si la presión arterial aumenta, los riñones incrementan también la eliminación de agua y sal. En consecuencia, el volumen sanguíneo disminuye y la presión arterial retorna a sus valores normales. De la misma manera, si la presión arterial disminuye, los riñones reducen la eliminación de estas sustancias y aumenta el volumen sanguíneo para que la presión arterial vuelva a sus valores normales.

Para determinar si hay daño renal, se pueden hacer exámenes de sangre y orina para establecer la presencia de células sanguíneas y albúmina – la proteína más abundante en sangre- en la orina, y se debe prestar atención a determinados síntomas que pueden indicar que hay lesión renal, como letargo, falta de apetito y cansancio.

La dieta DASH es baja en sal y alta en frutas, vegetales, granos integrales, lácteos bajos en grasas y proteínas magras. DASH corresponde a las siglas en inglés de Enfoques Alimentarios para Detener la Hipertensión (Dietary Approaches to Stop Hypertension). La dieta se creó originalmente para ayudar a reducir la presión arterial alta, pero también es una manera saludable de perder peso. No se trata solo de una dieta tradicional baja en sal, sino que enfatiza los alimentos ricos en calcio, potasio, magnesio y fibra que, al combinarse, ayudan a disminuir la presión arterial.

Asimismo, se sugiere llevar un estilo de vida más activo, con ejercicios que impactan positivamente en la calidad de vida del paciente: yoga, pilates, caminata y ciclismo.

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