La narrativa: vale más criticar al sector privado que contribuir al desarrollo

Por Nicholas Virzi

Los intelectuales en Guatemala tienen un curioso talento de poder cambiar su discurso. Se les admira su flexibilidad. Repasemos la evolución de las narrativas sobre los problemas de Guatemala, los culpables de los mismos.

La vieja narrativa

Los problemas de la región y de Guatemala, en particular, tradicionalmente han sido en gran parte culpa de EEUU. Con la Doctrina de Monroe en 1823, EEUU declaró al continente americano cerrado a la colonización europea y su esfera de influencia exclusiva. El Corolario de Roosevelt (1905) afirmó que EEUU tenía la responsabilidad de preservar el orden y proteger la vida y la propiedad en nuestros países.

La narrativa vieja rezaba: EEUU mantuvo a dictaduras para proteger a sus intereses económicos en la región. Esta diplomacia del Palo Grande y Diplomacia de Dólar se manifestó claramente en la desintegración de Colombia, la creación de Panamá y su posterior partida en dos con la construcción del Canal. Otras manifestaciones fueron las frecuentes intervenciones en Centroamérica y el Caribe durante la era de las “guerras de las repúblicas bananeras”. El manual de guerra de guerrillas de los Infantes de Marina se basó en la experiencia intervencionista en Nicaragua.

Las intervenciones americanas se manifestaron también en los experimentos médicos de la progresía americana en colaboración con la guatemalteca (es parte no la cuentan). EEUU ahorcó en su infancia la democracia guatemalteca con el golpe contra Jacobo Árbenz, acabando con la reforma agraria a petición de la United Fruit (UFCO).

Posteriormente, con su apoyo a los regímenes militares, EEUU oprimió a las fuerzas democráticas populares, como parte de su gran estrategia contrainsurgente en toda América Latina y Caribe.  La transición democrática coincidió con la implantación del modelo neoliberal explicitado en el Consenso de Washington, que desmanteló al modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) y, más generalmente, al Estado en Guatemala y toda la región. Si no fuera por EEUU, el Estado sería más grande y capaz de generar desarrollo en nuestras latitudes.

Nuevas narrativas

Las nuevas narrativas no solo son inconsistentes con la vieja narrativa, también las son internamente y entre sus diferentes variantes.

Para empezar, EEUU es ahora la gran esperanza modernizadora. Se anhela una intervención mayor americana para resolver los problemas políticos de Guatemala, la corrupción y los rezagos en materia de desarrollo. Ahora las intervenciones yanquis son buenas, siempre y cuando hay gobierno Demócrata en DC.

Algunos críticos dicen que el sector privado ha encadenado al Estado, que atrapa la economía en una senda de lento y desigual crecimiento. El control oligopólico ha impedido que surja una gran clase empresarial en Guatemala. También se critica al sector privado por su falta de compromiso con la globalización, fenómeno al que los críticos del sector privado se opusieron en el pasado no tan lejano. Otras voces dicen que el sector privado calla (hasta con amenazas de muerte) a los miles de empresarios emergentes que han surgido. O sea, ¿existen o no una clase empresarial emergente afuera de las grandes industrias del sector privado?

Este discurso no menciona al gobierno y grandes empresas de EEUU como gestores de poder.

Otros críticos afirman que el sector privado ya no quita y pone el poder político. Ha sido desplazado. Pasó de ser el grupo de gestores de poder, a los mandaderos de la clase política clientelar, a ser sus choleros. Se respaldan en la CICIG, que informó en 2015 que el apoyo del sector privado ya no es necesario para el poder político. Ha sido reemplazado por el capital clientelar que depende del gasto público, y el narcotráfico con su estructura de poder fáctico, que por cierto fue mandato de la CICIG atacar.

Aparentemente, los críticos del sector privado aún no han consensuado su narrativa anti-sector privado organizado. Parece que su motivación es más atacar al sector privado, por cualquier motivo, que enlistarlo en lo que dicen que es su batalla central, la limpieza de las instituciones. Batalla a la que, por cierto, se sumaron tarde en 2015. El sector privado venía intentando colocar el tema de corrupción en el discurso público del desarrollo desde los años 90. Sus críticos desdeñaban del esfuerzo.

Observaciones finales

Resalta la falta de reflexión sobre quienes pidieron aumentar el gasto público, que ha aumentado bastante más que la inflación acumulada en el periodo 2000 a 2022.

¿Acaso no ha sido este aumento en el gasto público que ha permitido el descontrol de la corrupción y el surgimiento de un Estado autonómico, que depende de sus propias fuentes de financiamiento y las del narcotráfico?

No todos tienen la habilidad que presumen los críticos del sector privado de generalizar con base a unas cuantas conversaciones privadas, ni mucho menos leer las mentes y las intenciones de los demás para hacer generalizaciones sin fundamento. Pero los hechos son los hechos. El descontrol de la corrupción y la falta de transparencia ha crecido con el gasto público, que los críticos del sector privado pidieron aumentar, obviando la necesidad de velar por la calidad del gasto, o sea, el control de corrupción.

Si el sector privado ha sido desplazado por el capital clientelar del Estado, que le abre puertas al narcotráfico, ¿cómo se reparta la culpa de ese fenómeno?

Si se hubiera hecho caso a los reclamos constantes del sector privado desde hace más de dos décadas, Guatemala no estaría ante una situación donde el gasto público fomenta el control del Estado de parte de las estructuras corruptas y criminales.

El sector privado guatemalteco fue pionero en señalar la importancia de calidad en el gasto público y corrupción en general, mucho antes que se armara la “lucha contra la corrupción”. Esta lucha es y ha sido liderada internacionalmente por EEUU, el país desarrollado peor calificado en materia de corrupción, y nacionalmente por quienes facilitaron el empoderamiento del pacto de corruptos, pidiendo y logrando el aumento descontrolado del gasto público.

Vale reflexionar un poco.

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