¿Podemos avanzar retrocediendo?

La pluma invitada: Karla Sobalvarro.

¿Podemos avanzar retrocediendo?

A muchos no nos cuadra la idea de que alguien para viajar al otro continente tenga que arriesgar su vida subiéndose a un barco y navegar por meses contra viento y marea, pues ésta sería la única manera de llegar a Europa. O que haya que esperar el doble del tiempo para recibir una carta sabiendo si el ser querido llegó seguro a su destino. No, ése ya no es nuestro tiempo. O no debería de serlo. La tecnología y los avances han permitido que el hombre pueda desplazarse, comunicarse, educarse y curarse de formas que antes no se conocían. Hemos llegado a la luna y ahora, con máquinas a Marte. Podríamos estar orgullosos de los avances alcanzados. No somos una especie despreciable dirían por allí. Y a eso sumemos la abolición de la esclavitud y la dignificación de la mujer a la cual ya no se le visualiza como inferior o digna de sólo los quehaceres del hogar. Bueno, se supone que ya no se debería pensar así. Sería públicamente incorrecto.
Algunos se ateverían a describir esta era como una de la mejores para haber habitado el planeta. Pero después de pasado el orgullo vemos detenidamente algunos problemillas que saltan a la vista, esos que prevalecen a lo largo de la historia: hambre, desigualdad, guerras, corrupción entre algunos.

Entonces tenemos que seguir filosofando sobre cuál es la mejor manera de acabar, pero ahora sí, de una vez por todas, con nuestras miserias. Entre las respuestas que escuché últimamente surgió la palabra aborto. Si, aborto como la solución a un problema. Eso me dejó fría. El aborto se vende como un “acto piadoso y de libertad, que ayudará a la humanidad a tener un mejor futuro” Supuestamente. Y digo supuestamente porque qué futuro le dejaron al bebé asesinado. No hay futuro para él o ella. ¿Cómo con tantos “avances” damos respuestas como ésta? Matar a nuestra propia gente para solucionar nuestros problemas.

Somos la generación que ha llegado al espacio exterior, que clona ovejas, que ha curado enfermedades, y ¿queremos legalizar un asesinato de los peores como señal de “progreso”? Estudiamos en libros de historia el genocidio de la segunda guerra mundial, las masacres que sufrió nuestro pueblo guatemalteco en el conflicto interno y tenemos diputados que buscan legalizar el desmembramiento de bebés en el vientre materno? ¿Es esto civilizado? Qué más genocidio que el aborto. Odio y desprecio puro hacia nuestra propia especie.
Si no somos capaces de resolver nuestras miserias, pido no agregar una más a la lista, porque asesinato es asesinato. No cambia según el escenario. El aborto es terminar con la vida de otro ser. De un bebé, de un niño, del adulto y del anciano al cual se le robó su derecho de existir por el simple hecho de ser inconveniente. Ahora se quieren crear categorías de personas: las valiosas para vivir y las que no son dignas de vivir, ¿vaya avance no? Ahora no somos la especie más inteligente del planeta, sino platos desechables que se descartan de acuerdo a su utilidad.

El aborto no es un tema de religión, es un tema de humanidad. Hay ateos en contra del aborto. La ciencia demuestra que cuando una mujer está embarazada, cientificamente hay dos seres humanos con ADN diferente cada uno, cuerpos individuales y tipos de sangre diferente. Los mismos médicos abortistas reconocen que están terminando con una vida. No hay que ser tan “ingenuos”, si creemos que se necesitan foros y análisis extensos para determinar que toda mujer embarazada lleva a otro ser humano dentro.
Además, si alguien no puede compadecerse del dolor de un bebé cuando grita de dolor al ser desmembrado vivo, o cuando es quemado por la solución salina, o cuando es abandonado para morir sobre una bandeja fría de metal si sobrevive al aborto… Si no podemos ya sentir compasión por algo así, no importan cuántos “avances” se hayan alcanzado como humanidad, estaremos condenados al fracaso, porque las miserias de las cuales no hemos podido liberarnos a lo largo de la historia, se quedarán igual o peor que hasta ahora. Éstas son las miserias del corazón. Ésas que han sobrevivido a lo largo de los milenios y logran que nos matemos unos a otros para apoderarnos de lo que no es nuestro (como la vida de un inocente), o la indiferencia que nos quita la culpa de ver para el lado contrario de las cosas horrendas que apestan nuestro existir. Aprobar el aborto como un acto aceptable, inclusive “bajo situaciones extremas como en caso de violación”, es condenar eternamente a la humanidad a la desgracia, pues no importando que haya logrado conquistar Marte, nunca logrará conquistar los deseos más mesquinos del fondo de su propio corazón. “Pasar sobre los demás no importanto que eso signifique quitarle la vida a un inocente, al más inocente de todos nosotros: un bebé”. Definitivamente, esto no es avanzar.

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